Afrontar la situación de dependencia implica muchas cosas más allá de las que a simple vista vemos en la persona afectada.
Obviamente ésta sufre un deterioro físico o psíquico que le impide llevar la vida que hasta ahora llevaba. Se generan multitud de cambios en el día a día de la persona. Pero más allá de ésta, está su entorno social más cercano, esto es, la o las personas que a partir de ahora se van a hacer cargo de suplir las carencias o apoyar en las dificultades del o lo/as afectado/as.
El papel que la cuidadora juega hace que la transformación en su vida se vea especialmente afectada. Digamos que es el pilar en el que descansará a partir de ahora el bienestar de las personas afectadas.
Debemos tener en cuenta por tanto la dificultad que puede suponer este cambio en la vida de una persona; la aceptación no es sencilla y requiere de un proceso bien llevado que impida la aparición de consecuencias negativas como ansiedad, estrés, desbordamiento, etc.
Cambios económicos y laborales en el cuidador
Es bien sabido que todo cambio en el núcleo familiar afecta a todos los aspectos de nuestra vida. Como no podía ser menos el entorno laboral es uno de los más importantes en tanto en cuanto es el que nos mantiene económicamente.
La necesidad de atención de una persona a veces se hace incompatible con el ritmo laboral al que estamos sometidas. Esto tiene como consecuencia la aparición de problemas en el trabajo, el absentismo laboral que puede derivar en la pérdida del puesto de trabajo.
Buscar apoyos sociales que nos ayuden a organizar nuestras jornadas de trabajo con nuestro familiar es indispensable para no desencadenar un cúmulo de dificultades mayores.
Más allá de la dificultad de conciliar vida laboral y cuidados, está el posible aumento de gastos generados, medicinas, otros cuidadores, actividades de rehabilitación o educación, etc.
No es fácil organizar la situación, si bien debemos intentar estar alertas a todo tipo de apoyos externos que nos puedan suavizar esta carga de responsabilidades. Existen multitud de asociaciones que apoyan a personas que están en esta misma situación y tienen mucha experiencia en este sentido. Desde allí se realizan asesoramientos de todo tipo acerca de los aspectos más importantes a tener en cuenta, lugares y requisitos para pedir ayudas, etc.
Cambios en la vida social
El primer paso es asumir que la persona realmente es dependiente, nos necesita y nos ha tocado a nosotras ser responsables de su cuidado.
Lo que es evidente es que por un tiempo habrá que reorganizar la vida familiar para adaptarse a la situación, da igual si es por la llegada de un bebé a casa o porque el abuelo ya no tiene la movilidad que antes o por un problema de salud de alguno de los miembros de la familia.
Es fundamental tener en cuenta que, el estado de salud física y mental del/la cuidador/a principal es tan importante que influye directamente en la atención que se está dando, y por eso es necesario que no se descuiden en ningún momento sus propios cuidados.
Las personas cuidadoras están expuestas a un nivel de presión y esfuerzo que a veces no es valorado. Pero no olvidemos que repercute directamente tanto en su salud como en la de su entorno. No es raro encontrar casos de conflictos familiares, por el celo en la atención a uno de sus miembros, en detrimento del resto de la familia.
Los sentimientos de impotencia y frustración también son frecuentes dado que no siempre el esmero en el cuidado y la atención tienen como respuesta una mejora o un gesto de agradecimiento.
De la misma manera no debemos olvidar la repercusión que puede llegar a tener esta tarea a nivel laboral para la persona que cuida. Con cierta frecuencia encontramos casos en los que se produce un abandono del puesto de trabajo para dedicarse al cuidado del familiar, o el desarrollo del mismo se ve alterado por falta de tiempo y energía.
Las dificultades económicas, las alteraciones emocionales, la falta de tiempo para si mismo/as, reducción o desaparición de los momentos de ocio, y un largo etcétera son aspectos a tener en cuenta si lo que pretendemos es cuidar tanto de nosotro/as como cuidadore/as como de nuestro familiar dependiente.
Teniendo en cuenta todo esto, la cuidadora debe prestar especial atención a la vida familiar, la pareja y lo/as hijo/as. Es importante hacer partícipes a todos los miembros de la familia de la realidad, hablar sobre cómo va a afectar la mayor dedicación a la persona que necesita cuidados, sobre cómo pueden colaborar en caso de necesidad y sobre todo hacer patente los cambios que se pueden avecinar.
Por otra parte es importante tener en cuenta la necesidad de seguir manteniendo las relaciones que teníamos previas a esta situación. Es fácil que la cuidadora tienda a encerrarse por falta de tiempo, a salir cada vez menos y a abandonar actividades que formaban parte de la vida cotidiana.
Nada más lejos de lo que se debería hacer, es más, debemos dedicar parte de nuestra energía en el esfuerzo de mantener nuestras amistades, nuestros momentos de expansión. Es fundamental que cambiemos de ambiente para poder desconectar nuestra mente por un tiempo y retomar la tarea más eficientemente. Lo contrario, aunque cueste creerlo es contraproducente; no debemos sentirnos culpables por dedicarnos tiempo a nosotras mismas y a nuestras necesidades de relación más allá de las personas que necesitan nuestra ayuda. Para poder ayudar necesitamos estar bien y nuestro entorno social y afectivo es fundamental para nuestra salud física y mental.
Usemos nuestro tiempo para nosotras con la misma rectitud que dedicamos nuestros cuidados y atenciones a las personas que cuidamos. A veces resulta complicado porque no tenemos apoyos en nuestro entorno más cercano, pero existen lugares donde pueden asesorarnos acerca de recursos sociales que nos pueden ser de mucha utilidad (centros de día, residencias, apoyo médico, servicios sociales municipales, etc).
Salud física y emocional
Las cuidadoras que mejor resuelven su trabajo son aquellas que llevan un estilo de vida en el que su salud es tan importante como la de la persona a la que cuidan. Es importante tener en cuenta aspectos como:
- La buena calidad del sueño. A veces es imposible conseguirlo porque se necesita atención nocturna. Es posible entonces que, dentro de las posibilidades, se intente descargar esa obligación al menos alguna noche a la semana con algún profesional.
En cualquier caso, intentar aprovechar las horas en las que la persona descansa para hacerlo nosotras también. - Hacer ejercicio físico. Dentro de las posibilidades de cada cual, es importante mantener una actividad física que nos hará sentirnos mucho mejor con nosotras, con nuestro cuerpo y tendrá beneficios psicológicos evidentes. No es necesario ir al gimnasio si no nos gusta ni nada parecido, hablamos de caminar, de montar en bicicleta o simplemente hacer unos pequeños ejercicios que nos hagan liberar un poco de energía estancada. Con el ejercicio físico se liberan unas sustancias llamadas endorfinas que nos hacen sentir mucho mejor, nos relajan.
Además nos vamos a sentir en forma y psicológicamente es muy positivo. Si además el ejercicio que elijamos lo podemos hacer en compañía, mucho mejor.
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Autor(es): , Obra: La vida del cuidador, Publicación: , Última actualización: , Lugar de publicación: Madrid, URL: https://www.discapnet.es/mayores/la-vida-del-cuidador
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