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Francisco fue un papa en silla de ruedas durante sus últimos años de pontificado por una lesión en su rodilla derecha, pero su vinculación con las personas con discapacidad superó esa circunstancia, pues abanderó una fe inclusiva y consideró que la discapacidad debe tener protagonismo en una Iglesia más accesible y “de todos”.
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Desde los primeros compases de su pontificado, tras la histórica renuncia de Benedicto XVI en 2013, Francisco incluyó en su ‘programa’ pontificio a las personas con discapacidad, marcado por la llamada a la misericordia y la búsqueda de las “periferias existenciales” en las que colocó a los refugiados, la infancia excluida, los pobres y las víctimas de trata.
En su primer acto público tras la ‘fumata blanca’ en un balcón ante la multitud que se agolpaba en la plaza de San Pedro, el 266 pontífice de la Iglesia católica ya mostró el talante que iba a tener al frente de la ‘barca’ de San Pedro.
Así, fueron habituales las imágenes del papa argentino bendiciendo a personas con discapacidad en audiencias, encuentros y visitas, o acompañado de pequeños con discapacidad que interrumpieron sus discursos.
Son numerosas las anécdotas las que se han producido en las habituales audiencias de los miércoles en el Vaticano coprotagonizadas por niños con discapacidad, alguno, incluso, que ha logrado llevarse como trofeo el solideo papal (el casquete de seda que se pone en la cabeza).