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La pérdida auditiva no tratada puede generar sentimientos de aislamiento y depresión, ya que dificulta a la persona las relaciones en el ámbito social, familiar y laboral. Así lo determina el equipo de audiólogos de Oticon, líder tecnológico en el desarrollo de audífonos, que, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el próximo 10 de octubre, advierte de la importancia de animar a personas con signos de pérdida auditiva a ponerse en manos de un profesional de la audición para que sean valoradas y reciban una solución adecuada.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que una buena audición ayuda al cerebro y, por tanto, a tener una buena salud mental. “Gracias a ella podemos obtener información de nuestro entorno, reducimos la carga sobre el cerebro, tenemos menos riesgo de padecer problemas cognitivos y conseguimos la disminución acelerada de nuestro volumen cerebral”, afirma José Luis Blanco, jefe de audiología de Oticon. Por estos motivos, las personas con pérdida auditiva tienen que realizar un mayor esfuerzo mental para seguir la escena sonora, tienen más problemas para orientarse y obtener información de su alrededor y, por tanto, ante la dificultad para seguir conversaciones, tienen más riesgo de sufrir aislamiento social y depresión. “Son personas a las que les cansa y estresa socializar, por lo que evitan las relaciones sociales y prefieren quedarse en casa”, añade.
El estudio Eurotrack, en el que intervino Oticon, concluye que los usuarios de audífonos tienen menos riesgo de tener depresión que aquellas personas que tienen pérdida auditiva y no los usan. “Por eso insistimos en la importancia de prestar atención a las señales y animar a esa persona que tienen dificultades para oír bien a buscar solución. Hoy en día existen opciones que pueden ayudarnos a oír y entender mejor al mismo tiempo que favorecemos que el cerebro pueda acceder a toda la escena sonora, como es el caso de la tecnología Brainhearing que incorporamos a los audífonos de Oticon”, comenta Blanco.
Cuando existe pérdida auditiva, el sonido desaparece de forma gradual. Por ello, es posible que quien la sufre no se dé cuenta. “Muchas personas llegan ya cuando la pérdida auditiva es demasiado manifiesta y realmente representa un problema para su vida diaria. Es fundamental prestar atención a los primeros indicios y no dejarlos pasar. El problema es que todavía cuesta mucho reconocer que se tienen dificultades para oír porque se asocia con hacerse mayor o porque da vergüenza”, explica Blanco. De hecho, una de cada cinco personas afirma que no se pondría un audífono hasta que realmente fuera un problema, según el estudio de Oticon ‘La importancia de la audición: escuchar para cambiar el mundo’.
Cómo ayudar a una persona con pérdida auditiva
Hay una serie de indicios que pueden ayudar a identificar cuando una persona tiene problemas de audición: si se queja de que todo el mundo a su alrededor murmura, si no oye cuando le llaman por detrás o desde otra habitación, si tiene dificultades para entender en entornos ruidosos, si está más callada o reservada de lo normal en reuniones sociales, si necesita subir mucho el volumen de la radio o la televisión o si se pierde diálogos cuando va al teatro, al cine o en otros lugares. “Si vemos estos signos en algún familiar o amigo debemos animarle a hacerse una prueba de audición haciéndole ver que podrá encontrar una solución para que este tipo de situaciones no sigan produciéndose, porque cuanto más pronto le ponga solución, mejor será el resultado. Debemos hacerle ver que lo más importante es que no se pierda nada y que existen distintos tipos d e audífonos para adaptarse a sus necesidades, que hoy en día son muy cómodos, estéticos e incorporan la última tecnología. Además, podemos ofrecernos a acompañarle al centro auditivo para darle nuestra confianza y seguridad”, aconseja Blanco. La prueba auditiva dura menos de una hora y es muy sencilla de realizar.
Hay que tener en cuenta que en más del 90% de los casos de pérdida auditiva, los audífonos son el mejor tratamiento y pueden mejorar la calidad de vida de quien la sufre y de su familia. Además, se pueden seguir una serie de hábitos para facilitarle la comunicación a esa persona: atraer la atención del interlocutor para que pueda mirarle y centrarse en lo que está diciendo, hablar de forma clara y sin gritar, facilitar que la otra persona pueda interpretar la expresión facial, no hablar mientras se come, reducir el ruido de fondo, bajar el volumen de la música o el televisor para poder hablar con tranquilidad e intentar no interrumpirse.
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