Trastornos de personalidad
¿Qué son?
Se entiende que una persona tiene un Trastorno de la Personalidad cuando sus características de personalidad son tan rígidas y desadaptativas que le impiden amoldarse a muchas vivencias y situaciones normales de la vida, entre las cuales reacciona de una forma estereotipada que provoca siempre problemas específicos y previsibles (por ejemplo, sufre siempre decepciones en las relaciones personales, tiene dificultades laborales y sociales permanentes, etc.).
El concepto de personalidad se refiere al conjunto de características, más o menos estables, de la forma de ser de las personas, que les hace ser como son; en sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Las personalidades y sus anomalías han despertado interés desde siempre. A lo largo de la historia se han intentado clasificar las personalidades normales y las personalidades patológicas, y se han buscado signos externos que permitieran predecir el comportamiento normal o anormal de las personas.
Así, Hipócrates pensó que el temperamento estaba constituido por la mezcla en distintas proporciones de los cuatro humores básicos, que a su vez eran reflejo de los cuatro elementos de los cuales pensaba que estaban formadas todas las cosas materiales. Más adelante, se intentó relacionar la personalidad y la tendencia a enfermar de una u otra forma con el aspecto físico.
Se acepta hoy que la personalidad normal tiene dos tipos de componentes diferentes relacionados entre sí: temperamento y carácter. Los factores que conforman el temperamento son consecuencia de peculiaridades biológicas del individuo (la mayor parte de ellas impresas genéticamente); los factores que conforman el carácter son consecuencia de las experiencias acontecidas a lo largo de la vida, (de las cuales las de los primeros años tienen una importancia especial).
El conocimiento de la propia personalidad permite prever cómo se reaccionará ante determinadas circunstancias y proporciona un mayor control sobre la propia vida. Las personalidades normales, sean del tipo que sean, resultan; más o menos flexibles y permiten al individuo adaptarse a las distintas situaciones y experiencias de la vida normal (aunque dependa de la personalidad de cada uno el encontrarse más o menos cómodo en cada una de estas situaciones o experiencias).
¿Qué afectan los Trastornos de Personalidad?
Cuatro áreas de la experiencia y de la conducta humana se suelen afectar de distinto modo en los Trastornos de Personalidad; la afectiva (humor o estado de ánimo), la del control de los impulsos (agresivos, sexuales, etc.), la cognitiva (pensamientos) y la de las relaciones interpersonales.
La incapacidad para percibir a los demás y a uno mismo con suficiente objetividad, provoca problemas en las respuestas emocionales y en la interacción de los pacientes con Trastornos de la Personalidad y otras personas; estos problemas tienden a repetirse una y otra vez, sin que, con frecuencia, el paciente se dé cuenta de que su conducta anómala es la causa principal de los problemas referidos.
Habitualmente, por tanto, el paciente atribuye la causa de los problemas a los demás y pretende o espera que sean ellos únicamente los que cambien.
Tipos de Trastornos
A continuación se exponen algunas características de los principales Trastornos de la Personalidad. Muchos pacientes no tienen trastornos puros de la personalidad, sino trastornos mixtos (con rasgos de uno y otro tipo). Si la rigidez y el carácter desadaptativo de un caso dado no son muy importantes o el número de rasgos anómalos no es muy elevado, suele decirse que el paciente tiene rasgos anómalos de personalidad (del tipo que correspondan) que es un grado inferior de gravedad al de Trastorno de la Personalidad clínico.
Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad
La persona que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo de la Personalidad suele estar excesivamente preocupada por nimiedades, siendo muy perfeccionista y controladora. Su preocupación por las reglas, el orden y la organización le llevan con frecuencia a olvidar lo prioritario; el exceso de perfeccionismo le impide dar por concluida una tarea porque siempre detecta nuevos fallos, o porque el proceso de elaboración es tan ordenado que se alarga indefinidamente hasta el punto de no acabar nunca los trabajos.
De hecho, la persona que presenta este trastorno suele considerarse muy trabajadora, tanto que puede no tener tiempo para dedicárselo a sus amistades, familia o para el ocio. Esta rigidez se manifiesta también en sus creencias de orden moral o éticas, en las que frecuentemente las formas tienen más importancia que el fondo. También le resulta difícil desprenderse de objetos del pasado por inútiles que sean (periódicos viejos, bolígrafos acabados, etc.); éste conservacionismo en el terreno económico se traduce con bastante frecuencia en tacañería. Además, no se mostrará muy dispuesta a aceptar ayuda en momentos de dificultad, a no ser que esta sea prestada en las rígidas condiciones que él exige.
Ciertos rasgos obsesivo-compulsivos son ubicuos en todo el mundo. De hecho, en determinadas circunstancias es necesario proceder de “forma obsesiva”, pues de otro modo no podríamos planificar trabajos, respetar la ley, etc. Son la rigidez y la imposibilidad de cambiar de punto de vista (que llevan a reaccionar de la misma manera, por ejemplo, ante un trabajo que ante las peticiones de un ser querido o el disfrute de un bello paisaje) las que los convierten en un Trastorno de Personalidad.
Trastorno dependiente de personalidad
Para la persona que padece este tipo de trastorno de personalidad, tomar sola cualquier decisión supone una angustia considerable, por lo cual delega todas las decisiones importantes de su vida y deja que sean otros quienes decidan por ella. De este modo, depende siempre de alguien y muestra un carácter de alguna forma infantil. Para estas personas es imposible vivir solas, lo que les lleva con frecuencia a aceptar relaciones abusivas en las que toleran cualquier cosa, con tal de no tener que enfrentarse a la soledad y a tomar decisiones propias; nunca expresan desacuerdo y por evitar enfrentamientos pueden verse forzados a hacer cosas que no quieren o les perjudican claramente.
Además de no tomar decisiones, huyen cualquier responsabilidad, no comienzan nada nuevo por sí solos y les resulta imposible vivir sin pareja, por lo que tras una ruptura enseguida comienzan de nuevo la búsqueda de otra persona de la que depender.
Al igual que en el caso anterior, todo el mundo siente necesidades ocasionales de dependencia, que contribuyen a fortalecer lazos de unión y conllevan vivencias de apoyo, de cariño compartido, etc. Lo patológico reside igualmente en la incapacidad de reaccionar de otra forma, y en la limitación que para la vida personal provoca este tipo de trastorno de personalidad.
Trastorno evitativo (o evitación social) de personalidad
Las personas con este trastorno son muy tímidas, además muy sensibles al rechazo y a la crítica. Tienden a evitar cualquier situación nueva, así como actos sociales, y encuentran múltiples excusas para no acudir a reuniones o incluso a su lugar de trabajo. Pueden dejar escapar posibilidades de ascensos en su trabajo por miedo a tener que verse con gente nueva.
Esto crea mucha insatisfacción a la persona que lo padece, que necesita contacto humano y le gustaría poder desenvolverse socialmente con soltura, pero está atenazado por el temor a que los demás le juzguen tan duramente como él mismo se juzga. Con frecuencia, estos trastornos se asocian, por ejemplo, a disfunciones sexuales causadas por la ansiedad del encuentro sexual, o a abuso alcohólico para facilitar su difícil socialización.
Trastorno histriónico de personalidad
Lo que caracteriza a estos pacientes es una actitud seductora indiscriminada y superficial y la intención de ser siempre el centro de atención de los demás, para ello despliega una gran teatralidad, por ejemplo, en la forma de vestir o de arreglarse, o lleva a cabo conductas provocativas o inadecuadas que, con frecuencia, provocan malentendidos, muchas veces de índole sexual. Se observa también una persona enamoradiza, cambiante y sugestionable, con dificultad para profundizar en las relaciones personales.
Al igual que sucede con el resto de trastornos de la personalidad, muchos rasgos propios de éste trastorno se dan con una intensidad menor en personas normales, dado el importante papel que la seducción juega en todas las relaciones humanas. Este trastorno se diagnostica más en mujeres y las conductas propias del mismo resultan, a veces, como una “caricatura” distorsionada de rol social tradicional que se atribuye a las mujeres en muchas sociedades.
El rol social tradicional masculino impone en muchas sociedades otro tipo de comportamientos cuya “caricatura” distorsionada podría verse en algunos rasgos del trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo o el antisocial (ver más abajo).
Trastorno narcisista de personalidad
La característica de este trastorno es una autoimagen muy sobrevalorada, y un sentimiento de importancia desmesurado, que le lleva a infravalorar a los demás, a los que llega a tratar sólo en función de la admiración personal que pueden reconocer y expresar al paciente. Como es natural, el narcisista es extremadamente intolerante a la crítica que, tarde o temprano, siempre le llega. Tiende a usar a la gente que tiene a su alrededor para sus propios fines y es incapaz de reconocer los sentimientos y las necesidades de los demás. Además de arrogante, la persona narcisista suele ser también envidiosa y le ofenden los méritos y los bienes de los demás.
Una vez más, el Trastorno Narcisista de la Personalidad va mucho más allá del sentimiento sano y razonable de autoconfianza y orgullo de uno mismo para definir un patrón de comportamiento, que inevitablemente lleva a la persona y a sus allegados a la soledad y al sufrimiento.
Trastorno límite o hiperemocional de la personalidad
Las características de este trastorno de la personalidad son la inestabilidad de las emociones y de la autoimagen, las relaciones sentimentales caóticas, intensas y llenas de altibajos, y la lucha desesperada contra vivencias crónicas de soledad y abandono insoportables. Estos pacientes desarrollan con frecuencia conductas autodestructivas (como intentos de suicidio y autolesiones en forma de cortes, quemaduras, etc. que se producen en momentos de gran angustia).
Su estado de ánimo es variable, unas veces están tristes, otras enfadados (y presentan, en ocasiones, ataques de rabia descontrolados), otras con intensos sentimientos de vacío; menos veces están equilibrados y contentos. Además, son muy impulsivos, por lo que no es raro que coexistan otros trastornos psiquiátricos como bulimia, abuso de sustancias, ludopatía y otros trastornos del control de los impulsos.
Trastorno paranoide de la personalidad
La conducta propia de este trastorno está dominada por la suspicacia y el recelo. Son personas capaces de encontrarle a todo un doble sentido en el que encuentran siempre la intención de perjudicarles de los demás. Por ello, son pacientes muy críticos con los conocidos; a los que tienden a culpar, a la vez que son incapaces de aceptar sus propios errores y mal intenciones.
Muy característicos de este trastorno, son los celos anómalos, que llevan a sospechar de cualquier comportamiento de su pareja, y a encontrar en cualquier nimiedad la confirmación de sus sospechas. Por este motivo, la convivencia de pareja o familiar o el trato de allegados, puede llegar a ser muy difícil con estas personas (cualquier gesto o comportamiento tiende a ser malinterpretado como señal de que se está contra ellos).
Trastorno antisocial de personalidad
Este diagnóstico se hace más en varones y se caracteriza por un comportamiento irresponsable que se desentiende de los derechos de los demás, de las normas o de la ley. Estas personas comienzan generalmente con alteraciones de conducta en la infancia (faltas de respeto a la autoridad, trasgresión de normas, destrucción de propiedades y violencia hacia otras personas o animales). De adultos, continúan con comportamientos delictivos (que no siempre resultan explícitos), violencia, abuso de sustancias, etc. En el trato interpersonal tienden a manipular a las personas y son incapaces de experimentar culpa y remordimiento.
Trastorno esquizoide de personalidad
Lo que caracteriza a estas personas es que no buscan, ni parecen necesitar, el contacto con la gente; quieren estar siempre solos y sus actividades y aficiones tienden siempre a desarrollarse en una llamativa soledad. Al contrario que en el trastorno evitativo de la personalidad (en el cual el individuo sufre por su incapacidad para relacionarse con los demás), en el trastorno esquizoide la incomunicación no causa frustración personal. Cuando se comunica con otros llama la atención que nunca expresa sentimientos, ni parece conmoverse con las cosas que suelen gustar a la gente. Rehúye no sólo de los contactos sociales, sino también de las amistades, las relaciones de pareja, etc...
En resumen, la persona con un trastorno esquizoide de la personalidad se siente y está llamativamente y voluntariamente sola.
Trastorno esquizotípico de personalidad
Este trastorno se caracteriza también por las conductas sistemáticamente solitarias que caracterizan al trastorno esquizoide, a las que se añaden otras que les conducen a ser descritos como “raros” (una extraña apariencia o forma de vestir, conversación habitual centrada en filosofías marginales o extravagantes, misticismo, ocultismo, etc.). Se trata de personas que además tienen tendencia a sufrir experiencias anormales (como comunicarse con los muertos, sentir “presencias”, etc.) y a percibir que las cosas suceden por algo que se refiere siempre a ellos (mensajes ocultos, dobles sentidos, etc.).
Tratamiento de los trastornos de personalidad
El tratamiento de los trastornos de personalidad es principalmente psicoterapéutico, en cualquiera de sus variedades, aunque en ocasiones puede ser necesario añadir tratamiento farmacológico, sobre todo cuando, como es frecuente, se complican con otros trastornos psiquiátricos como depresión, por ansiedad, etc.
Trastornos adaptativos
Se trata trastornos psiquiátricos en personas previamente sanas, producidos por una situación estresante, que puede durar poco, o hacerse crónicos a lo largo de los años, y que se caracteriza por síntomas ya vistos en otros trastornos, como ansiedad, depresión, trastornos de conducta etc. Es normal que tras acontecimientos que producen estrés (despido laboral, muerte de un allegado, ruptura sentimental) se desencadenen tristeza, angustia, nerviosismo, insomnio, etc. Se habla de trastorno adaptativo cuando las reacciones al estrés son desproporcionadas o interfieren significativamente con la capacidad de continuar trabajando, con las relaciones sociales, el ocio, etc.
Se asume que la sintomatología de un trastorno adaptativo ha de durar menos de seis meses después del suceso o sus consecuencias (lo cual es difícil de valorar, ya que hay consecuencias de sucesos estresantes que duran toda la vida). No siempre es necesario el tratamiento de los trastornos adaptativos, pero cuando es necesario por su gravedad o incapacidad, suelen emplearse ansiolíticos (benzodiazepinas) y antidepresivos, según la sintomatología predominante, además de distintas técnicas de ayuda psicológica.
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Autor(es): Luis Maita, Obra: Trastornos de la personalidad, Publicación: , Última actualización: , Lugar de publicación: Madrid, URL: https://www.discapnet.es/salud/enfermedades/enfermedades-mentales/trastornos-de-la-personalidad
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