La rabia es una enfermedad producida por un virus perteneciente a la familia de Rhabdoviridae. Afecta el sistema nervioso central de los mamíferos: al cerebro y a la médula espinal.
Se trata de una enfermedad mortal, pues no tiene cura. Esto hace de su prevención la única medida efectiva para luchar contra la enfermedad. Folletos de la Organización Mundial de la Salud afirman que utilizando los métodos y técnicas adecuadas se puede lograr la eliminación de ese mal en extensas regiones geográficas.
A Louis Pasteur, químico y biólogo francés, hay que reconocerle el mérito de descubrir la vacuna contra la rabia.
La rabia también se conoce con otro nombre, Hidrofobia. De este mal se tiene constancia desde hace muchísimo tiempo. Hoy en día el número de afectados es muy pequeño, sin embargo, en el siglo XIX la rabia se extendió con facilidad por toda Europa.
Epidemiología
La rabia está presente en todo el mundo y puede afectar a todos los grupos de edad. Hay pocos países donde la rabia no es común: islas del mundo más desarrollado como Japón o Australia, territorios más fríos como Groenlandia o Islandia, países como Noruega o Suecia, Portugal o Grecia. En América Central, hay también países libres de rabia como Nicaragua o Panamá y más al sur, Uruguay.
África es el continente con mayor número de casos y donde el peligro de contraer la enfermedad es más elevado. La zona de Arabia e Irak, en Asia, también presenta un número elevado de casos.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, son 60.000 las personas que mueren al año a causa de la rabia.
¿Cómo se transmite?
La rabia es una enfermedad que afecta a casi todos los mamíferos, incluido el hombre. La rabia se trasmite a través de la saliva, tras la mordedura de un animal afectado. En medio urbano, los animales responsables suelen ser perros y gatos no vacunados; y en medio rural, también pueden transmitirla los lobos, zorros, los murciélagos, mapaches y animales domésticos como la vaca, los cerdos y las ovejas.
El periodo de riesgo de transmisión va desde una semana antes de los síntomas en el animal, hasta la muerte del mismo.
Los roedores pueden verse afectados por la rabia, pero rara vez son portadores de ella. Peces, anfibios, reptiles e insectos no sufren este mal.
El virus vive en los órganos y glándulas salivares y en los tejidos nerviosos de animales afectados. No solo con la mordedura de estos animales se transmite la enfermedad, puede bastar un arañazo, un corte o a través de las membranas mucosas. El virus no puede penetrar en la piel intacta, pero sí a través de cualquier herida.
El virus se multiplica en el sitio de la mordedura o el arañazo. Viaja hasta el cerebro donde causa inflamación y degeneración nerviosa.
¿Cuáles son los síntomas?
El período de incubación de la rabia varía dependiendo de la zona afectada, de la cantidad de virus inoculado, del tamaño de la herida... En humanos este periodo varía entre cinco días y un año, pero suele durar entre dos y ocho semanas.
La enfermedad puede adoptar dos formas:
- En la primera, la rabia furiosa, los enfermos presentan signos de hiperactividad, excitación, alucinaciones, falta de coordinación, hidrofobia (miedo al agua) y aerofobia (miedo a las corrientes de aire o al aire libre), y la muerte se produce a los pocos días por paro cardiorrespiratorio.
- La segunda forma es la rabia paralítica, que representa aproximadamente el 20% del número total de casos humanos y tiene una evolución menos grave y, por lo general, más prolongada. Los músculos se van paralizando gradualmente, empezando por los más cercanos a la herida. El paciente va entrando en coma lentamente y acaba falleciendo. A menudo, la forma paralítica no se diagnostica correctamente, lo cual contribuye a la subnotificación de la enfermedad.
Por lo general, la rabia se desarrolla en dos fases:
- Fase prodrómica: de aproximadamente cuatro días de duración, con síntomas inespecíficos como malestar general, fiebre, vómitos, dolores musculares generalizados... En esta fase, los únicos síntomas que pueden hacer sospechar la enfermedad es la aparición de fasciculaciones y parestesias (sensaciones anormales, como hormigueo, entumecimiento...) en la zona de inoculación.
- Fase encefalítica: cuando el virus alcanza el sistema nervioso central, se caracteriza por cuatro tipos de síntomas:
- Alteraciones del comportamiento: irritabilidad, agitación, agresividad, pensamientos aberrantes, depresión, inquietud, nerviosismo, ansiedad, excitabilidad, desorientación.
- Síntomas de afectación focal: espasmos, convulsiones, parálisis focales (incapacidad de mover alguna parte del cuerpo).
- Afectación del tronco del encéfalo: visión doble, dificultad para deglutir (que junto a la salivación excesiva, provoca la característica salida de salivación espumosa por la boca)
- Miscelánea: síntomas vegetativos, hidrofobia, aerofobia, hiperestesias, priapismo.
¿Cómo sabemos si un animal tiene la rabia?
Los síntomas que desarrollan los animales afectados por la rabia van desde un cambio de conducta, que se irá notando con mayor facilidad a medida que se desarrolla la enfermedad: irritabilidad, ataques, gruñidos, comportamiento sexual anormal... En fases muy avanzadas cambian los sonidos que emiten los animales y presentarán problemas respiratorios. La mandíbula se paraliza y se produce un aumento en exceso de la salivación (es el síntoma conocido como “espuma en la boca”).
Puede haber animales que sufran la denominada rabia “muda” porque no desarrollan los síntomas típicos de la enfermedad. Estos pueden aullar durante periodos de tiempo relativamente largos o perder el control sobre sus extremidades traseras. En estos animales, solo mediante una autopsia se sabrá, con exactitud, la enfermedad que padecían.
Prevención y tratamiento
La mejor protección es evitar el contacto con animales que puedan transmitir el virus y evitar la expansión de la enfermedad en los animales. De ahí se deduce la gran importancia de las campañas de vacunación masivas contra la rabia que ponen en marcha las autoridades sanitarias. Será de suma importancia el control de la importación de animales desde países que no estén libres de rabia.
En cuanto a la protección directa, existen dos casos posibles: la protección en personas expuestas por su trabajo o por otras circunstancias (como por la práctica de la espeleología, por contacto con murciélagos; viajeros a zonas endémicas), en las que es aconsejable la vacunación; y la prevención después de un contacto de riesgo.
En este último caso, cuando ocurre una mordedura o arañazo de un animal infectado, se debe lavar inmediatamente por un mínimo de 15 minutos con agua y jabón, y consultar a un médico para que suministre al afectado la vacuna contra la rabia. También se puede administrar inmunoglobulina antirrábica o anticuerpos monoclonales en la herida, si está indicado.
Una vez desarrollada la enfermedad no existe tratamiento eficaz para detener su progresión y, salvo casos excepcionales, la enfermedad resulta mortal.
Recursos
- Global Alliance for Rabies Control. Organización no lucrativa formada por expertos que luchan contra la enfermedad de la rabia a nivel mundial.
- Día Mundial de la Rabia. La misión del Día de la Rabia en el mundo es el conocimiento del impacto de la rabia humana y animal, cómo de fácil es prevenirla, y cómo eliminar las fuentes globales principales que impiden su erradicación.
- Organización Panamericana de la Salud. Ofrece documentos, material, enlaces, estadísticas sobre la enfermedad en el mundo.
- Organización Mundial de la Salud. Desde esta página se puede conocer el estado de la enfermedad en el mundo, las campañas que se llevan a cabo para conseguir su control y posterior erradicación.
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Autor(es): Luis Maita, Obra: Rabia, Publicación: , Última actualización: , Lugar de publicación: Madrid, URL: https://www.discapnet.es/salud/infecciones/infecciones-del-sistema-nervioso/rabia
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