El estrés postraumático puede aparecer tras la exposición a una o más situaciones que son concebidas por el individuo como altamente peligrosas o impactantes. De hecho, el estrés postraumático también aparece ante eventos negativos y que además son inesperados. El virus, la alta tasa de contagios y mortalidad, el tener que estar encerrados en casa y el colapso sanitario, por el coronavirus, ha podido desarrollar esta patología.
Estrés postraumático después de la pandemia
Está claro que la actualidad que nos está tocando vivir está haciendo que todos nos replanteemos la forma de ver y hacer las cosas cada día.
El momento más álgido de la pandemia producida por la COVID-19, con el incesante recuento de miles de fallecidos por este virus, ha hecho mella en la salud mental de gran parte de la población y de las personas que han vivido más de cerca esa situación.
La tristeza, el desánimo, la fobia y los miedos, han formado parte de esos meses de confinamiento, en los que la incertidumbre por el presente y el futuro eran una constante diaria, y aún hoy día pueden estar presentes, ya que los rebrotes siguen apareciendo y dando señales de alarma, ante un virus que es difícil de frenar.
¿Qué ocurre después?
Una vez pasado ese momento más crítico... ¿Todo pasa? ¿La persona se recupera y puede afrontar la "nueva normalidad" sin secuelas en su salud mental?
Pues según diversos estudios y expertos, no del todo. Existen personas que tienen más predisposición a desarrollar estrés postraumático, ya sea debido a su especial sensibilidad o a momentos traumáticos vividos en su pasado. Existen diversas formas de saber si una persona está teniendo estrés postraumático, y si es así, necesitará apoyo y probablemente el seguimiento de un especialista.
Señales de estrés postraumático
El coordinador de la Unidad de Trastornos de Alimentación en el Hospital de Santa Cristina en Madrid, Enrique Guerra Gómez, explica que una de las señales de este tipo de estrés es estar continuamente en estado de alerta o la hiperreactividad asociada al suceso.
Por su parte, el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, desde su Blog de Psicología, afirma que se dé o no la situación de estrés postraumático, sí que ha habido una "herida emocional" que ha hecho a la sociedad pensar en su propia vulnerabilidad y la de sus familias. Según apuntan, es lógico que una situación estresante genere algunos síntomas, algo que suele ir desapareciendo semanas después del suceso...
Desde Discapnet hemos querido conocer más detalles sobre esta alteración, ya que en ocasiones no desaparecen esos síntomas por sí solos, y se requiere seguimiento profesional.
Yinet Gómez, Psicóloga sanitaria y miembro de top doctors, responde a nuestras preguntas sobre el estrés postraumático asociadas al COVID-19.
Yinet es licenciada en Psicología por la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos, en Cuba. Con más de 10 años de experiencia está especializada en Neuropsicología infantil, en Psicoterapia Infanto-Juvenil, Violencia de Género y Depresión infantil-adolescente.
Entrevista Estrés postraumático ¿qué es?
¿En qué consiste exactamente el estrés postraumático?
El Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT) es un trastorno que puede desarrollarse a partir de la exposición a un evento o serie de eventos extremadamente amenazantes u horribles.
Se contempla que la persona haya experimentado directamente el evento, haya sido testigo del evento que le ocurrió a otra persona, o conozca el evento traumático que le ocurrió a un familiar próximo o a un amigo íntimo, así como exposición extrema o repetida a detalles aversivos del suceso (entorno laboral, policías, bomberos, médico, etc.), no implica la exposición a través de medios electrónicos en este caso.
En el caso del Trastorno de Estrés Post Traumático Complejo, se define como un Trastorno que puede desarrollarse a partir de la exposición a un evento o serie de eventos extremadamente amenazantes u horribles, los cuales son más prolongados o frecuentes, siendo difícil o imposible escapar (tortura, esclavitud, genocidio, violencia doméstica prolongada, abuso sexual o físico repetido en la infancia).
¿Qué síntomas pueden alertar de que una persona está experimentando este tipo de estrés?
- Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s) traumático(s). Nota: En los niños mayores de 6 años, se pueden producir juegos repetitivos en los que se expresen temas o aspectos del suceso(s) traumático(s).
- Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s). Nota: En los niños, pueden existir sueños aterradores sin contenido reconocible.
- Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.) Nota: En los niños, la representación específica del trauma puede tener lugar en el juego.
- Malestar psicológico intenso o prolongado, al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
- Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
También la evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
- Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
- Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
También las alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s) traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático.
- Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s) traumático(s).
- Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., “Estoy mal,” “No puedo confiar en nadie,” “El mundo es muy peligroso,” “Tengo los nervios destrozados”).
- Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso(s) traumático(s).
- Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
- Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
- Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
- Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).
Y por último, la alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso(s) traumático(s), que comienza o empeora después del suceso(s) traumático(s).
- Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación), que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
- Comportamiento imprudente o autodestructivo.
- Hipervigilancia.
- Respuesta de sobresalto exagerada.
- Problemas de concentración.
- Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).
Si la duración de la alteración es superior a un mes, causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
- Despersonalización: (p. ej., como si se soñara; sentido de irrealidad de uno mismo o del propio cuerpo, o de que el tiempo pasa despacio).
- Desrealización: (p. ej., el mundo alrededor del individuo se experimenta como irreal, como en un sueño, distante o distorsionado).
¿Qué factores pueden desencadenar el estrés postraumático? ¿Hay personas más predispuestas que otras?
Los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés tienen que ver con una condición humana ubicua, la reacción a la adversidad. La respuesta de cada persona tras la exposición a sucesos catastróficos adversos es variable, dando lugar a una diversidad de expresiones de malestar clínico, dependiendo de distintos factores existen personas más predispuestas que otras a padecer este trastorno.
Tal y como señalan Kuester, Niemeyer, y Knaevelsrud (2016) la prevalencia a lo largo de la vida de padecer de TEPT puede variar del 5% al 55% en función del número de factores de riesgo, estos pueden ser:
- La naturaleza del evento traumático.
- La exposición repetida a eventos traumáticos por razones profesionales.
- Residir en países con economía y política inestable.
- Pertenecer a una etnia minoritaria.
- Personalidad previa: fortaleza (resiliencia) o debilidad de la personalidad.
- Factores genéticos, biológicos o constitucionales.
- Vivencia previa de hechos traumáticos.
- Síntomas psiquiátricos previos.
- Edad (más riesgo en fases más críticas del desarrollo).
Claramente, la situación que se ha vivido y vivimos puede ser detonante de este trastorno, ¿Cómo controlar este tipo de estrés? ¿Necesita atención psicológica?
Para controlarlo es de gran utilidad aprender habilidades en inteligencia emocional, desarrollar la resiliencia y mantener un nivel de autoestima adecuado.
Partiendo de que es natural sentir miedo durante y después de una situación traumática, debemos contar con que esta emoción desencadena una respuesta de "lucha o huida", de esta manera el cuerpo busca protegerse de posibles peligros, se liberan hormonas como el cortisol, y aumentan, el estado de alerta, la respiración, la frecuencia cardiaca y la presión arterial, con el paso del tiempo, normalmente la mayoría de las personas que atraviesan por una situación de estrés se recuperan bien, salvo que estén padeciendo de Estrés Post Traumático, en este caso, uno de los signos de alarma para identificar si lo estamos padeciendo, puede ser, si la persona se siente estresada y asustada mucho después de que el trauma haya terminado.
En algunos casos, los síntomas de TEPT pueden comenzar más tarde.
También pueden aparecer y desaparecer con el tiempo, en algunos estudios se defiende la gran importancia que tiene que la persona que atraviesa por una situación de estrés de este tipo, reciba intervención psicológica justo después del suceso, ya que podría ser clave en el proceso de recuperación, puesto que la primera fase es la NEGACIÓN.
Por lo que la atención psicológica es siempre recomendable después de la exposición a situaciones graves de estrés, y si se cumplen los síntomas antes expuestos, además la persona puede necesitar tratamiento farmacológico.
¿Puede llegar a afectar el estrés postraumático a la vida diaria de la persona que lo presenta?
Sí, puede llegar a afectar la vida diaria de la persona que lo padece, ya que al verse afectadas múltiples áreas como son, la personal, la familiar, la social, la ocupacional y algunas otras, lo más habitual es sentir tristeza, nerviosismo, irritabilidad, frustración y miedo.
Todo lo antes expuesto contribuye a que puedan aparecer las distorsiones en el pensamiento, a raíz de lo vivido, actúe de forma impulsiva, con ira, y en algunos casos hasta se aísle de la vida que llevaba antes del trauma, por el malestar psicológico que siente, entonces termina encerrándose en sí mismo y en su sufrimiento, puede tener pérdida de peso, insomnio y una elevada desconfianza en los demás.
Además de que, en su mayoría, suele manifestarse sintomatología ansioso - depresiva, pérdida de concentración, de memoria y problemas en la autoestima.
Este trastorno representa una anormalidad en la cual muchos mecanismos psicofisiológicos que promueven el enfrentamiento y la adaptación son sobrepasados por un estrés catastrófico. Las personas que lo padecen, desarrollan una tendencia a enfrentar el mundo como peligroso y pierden su habilidad para modificar su conducta de modo apropiado, en respuesta a las contingencias medioambientales.
El factor crítico entonces puede no ser el suceso traumático en sí mismo, podríamos valorar que sería la capacidad individual para modular la respuesta de estrés, y reconstruir la homeostasis psicológica y biológica.
¿Puede llegar a ser una patología crónica?
Sí, puede llegar a ser una patología crónica. Algunos estudios defienden la gran concordancia entre TEPT y Trastorno Límite de la Personalidad. Siempre dependiendo de cada caso, dado los factores de riesgo de la persona que lo padece.
¿En qué consiste el tratamiento?
Existen diversos tipos de tratamientos, los cuales menciono a continuación:
La Terapia de Aceptación y Compromiso
Propone un entrenamiento que implica una nueva filosofía de encarar la vida. La elección que ha hecho (o que hará en la terapia), el paciente, de las consecuencias a largo plazo que desea (valores), define la motivación que dirige la conducta del mismo en cada situación concreta, y no la de eliminar el sufrimiento. Y el compromiso para realizar las conductas que le acercan a sus valores le lleva obligatoriamente a realizar una exposición compasiva, que se puede entrenar y/o realizar en las sesiones terapéuticas.
Así, se expondrá a los recuerdos angustiosos, que se ha de hacer cuando el paciente tiene ya una experiencia de su yo como contexto, a los sueños recurrentes, al malestar psicológico intenso o prolongado y a las reacciones fisiológicas intensas con la exposición a las sensaciones físicas, la exposición implica el cese de las conductas de evitación de los estímulos externos o internos asociados al suceso traumático.
Terapia Cognitivo Conductual Clásica
Además, existe la Terapia Cognitivo Conductual Clásica y la terapia de exposición: la exposición consiste en el enfrentamiento al estímulo temido sin dar respuestas de evitación. Su objetivo es la habituación que provocará una disminución o eliminación de la ansiedad ante la presencia del estímulo temido.
Terapia Cognitivo Conductual enfocada al trauma
En esta terapia la exposición se combina con la reestructuración cognitiva, que pretende desmontar en el paciente la creencia de que el mundo es un lugar hostil. Otra terapia que se ha demostrado probablemente eficaz es la de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR, en sus siglas en inglés) que combina la exposición con movimientos de los ojos.
Mindfulness
Otra terapia muy interesante es el Mindfulness, es decir, vivir el presente, es el entrenamiento idóneo para las reacciones disociativas que se dan en este trastorno.
Terapia con realidad virtual
La terapia con realidad virtual es una forma innovadora de terapia que utiliza tecnología de realidad virtual para simular situaciones y entornos virtuales con el fin de tratar diferentes trastornos y afecciones psicológicas. Esta terapia se basa en la idea de que al exponer a los pacientes a situaciones virtuales controladas, pueden enfrentar y superar sus miedos, fobias, ansiedades y traumas de una manera segura y controlada.
En general, el objetivo del tratamiento consiste en reducir el impacto negativo que el acontecimiento traumático ha tenido en varios aspectos de la vida y volver al nivel de funcionamiento anterior al trauma, desarrollar y poner en práctica técnicas de manejo efectivas para asumir las responsabilidades normales y participar constructivamente en las relaciones, recordar el acontecimiento traumático sin sentirse abrumado por pensamientos, sentimientos o deseos negativos y poner fin a los comportamientos destructivos que sirven para mantener la fuga y la negación e implementar comportamientos que promuevan la curación, la aceptación de los acontecimientos pasados y una vida responsable.
¿Es una patología que se puede prevenir o evitar?
Probablemente sí, dependiendo de algunos factores, como la persona que lo vive, la capacidad del ser humano para desarrollar habilidades de inteligencia emocional, resiliencia, resolución de conflictos, mecanismos de adaptación favorables y la orientación psicológica después del suceso, entre otros. Recordemos que no todas las personas que viven una situación de estrés de este tipo terminan teniendo un diagnóstico de Trastorno de estrés post Traumático. Por lo que, si cuidamos nuestra salud mental, desarrollamos competencias en habilidades sociales, trabajamos nuestras fortalezas personales y, sobre todo, reorientamos nuestra vida hacia el aprendizaje continuo de las experiencias del pasado, por muy limitantes que nos parezcan a veces, hay posibilidades favorables.
Debemos evitar el consumo excesivo de azúcar y cafeína, y hacer ejercicio físico tres veces a la semana, unos treinta minutos, ya que la falta de ejercicio físico, demasiada azúcar y cafeína, pueden contribuir a favorecer la acumulación de estrés.
Un mensaje a las personas que pueden presentar TEPT
Padecer este Trastorno suele tornarse difícil, complicado, en ocasiones casi insoportable… solo que si más allá del dolor, del miedo, el odio, la rabia, la impotencia y todo el malestar que acarrea, buscamos en nuestro interior, miramos alrededor, cuando ya el peligro haya pasado… con el acompañamiento profesional correcto, el apoyo que nos brinden del entorno y las pocas fuerzas que nos queden, hay un camino largo y complejo, pero (un camino) hay esperanza, de avanzar hacia una nueva vida.
No estaría mal apoyarse en saber que algunas veces el sufrimiento no lo ocasiona el problema, sino lo que creemos del mismo, por lo que apoyándonos en que cuando la persona siente miedo, el pensamiento se torna catastrófico, de ahí la visión negativa y distorsionada.
Muchas gracias por todas sus respuestas y por ahondar en esta patología, que de no tratarse, puede llegar a ser crónica. Esperamos que pueda ser de mucha utilidad para aquellas personas de riesgo que pueden estar viviendo estos síntomas y desconocían a qué se debe. Buscar ayuda, es la clave para poder mejorar y controlar esta patología.
Déborah M. Labrador (Portal Discapnet / 29 de julio de 2020)
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Autor(es): , Obra: Entrevista: Estrés postraumático por la pandemia, Publicación: , Última actualización: , Lugar de publicación: Madrid, URL: https://www.discapnet.es/salud/infecciones/infecciones-respiratorias/el-covid-19/entrevista-estres-postraumatico-por-la-pandemia
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