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La sangre es un tejido vivo compuesto de componentes líquidos y sólidos. La parte líquida, conocida como plasma, incluye agua, sales y proteínas, representando más de la mitad del volumen sanguíneo. La porción sólida de la sangre se compone de glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas.
Las complicaciones en el sistema sanguíneo pueden afectar distintas áreas y obstaculizar su función. Estos problemas pueden manifestarse de manera crónica o aguda. Muchos trastornos sanguíneos tienen un origen hereditario, pero también pueden surgir debido a otras enfermedades, efectos secundarios de medicamentos o la carencia de nutrientes específicos en la alimentación.
Algunos ejemplos de problemas en el sistema sanguíneo abarcan:
- Trastornos plaquetarios, coagulación excesiva y otras afecciones de sangrado que influyen en el proceso de coagulación.
- Anemia, caracterizada por una insuficiente entrega de oxígeno a los tejidos corporales a través de la sangre.
- Cánceres sanguíneos como la leucemia y el mieloma.
- Desórdenes eosinofílicos, que se relacionan con anomalías en un tipo de glóbulo blanco específico.