Un botiquín en casa puede ser de mucha ayuda para los pequeños incidentes del día a día, como un corte en un dedo por una reparación casera, una caída del niño en los columpios, un dolor de cabeza, una quemadura mientras cocinas, un catarro fuerte, heridas y dolencias cotidianas que nos recuerdan la importancia de tener a mano un botiquín o el kit salvavidas.
Nociones de carácter general
Para mantener correctamente un botiquín domiciliario hay que atender no sólo a las condiciones de conservación, sino también a otros aspectos como la cantidad de medicamentos y su caducidad.
No se deben guardar muchas medicinas, pues esto dificultará su control; tampoco hay que conservar las sobrantes de los tratamientos prescritos por el médico, ya que así se evitará la posibilidad de automedicarse con ellos posteriormente de forma incorrecta.
La prescripción médica se hace tras haberse diagnosticado una situación patológica determinada y el mismo tratamiento sólo podrá ser utilizado en otra situación idéntica.
En cuanto a la caducidad, esta viene indicada por una fecha que señala mes y año en el envase interior y en el exterior e indica el tiempo límite en el que el medicamento puede ser utilizado con seguridad.
Periódicamente, por ejemplo, dos veces al año, debe revisarse el contenido del botiquín, eliminando aquellos productos que hayan sobrepasado o estén muy próximos a sobrepasar la mencionada fecha de caducidad.
Por regla general, la vida de un medicamento suele ser de cinco años a partir de su fecha de fabricación, pero existen algunos en los que la caducidad es inferior. En tal caso, esta característica está indicada en el envase exterior, por un símbolo específico (st) y deberá respetarse atentamente.
Si la temperatura a la que debe conservarse el medicamento es inferior a la ambiental, se usa el símbolo Q y las condiciones de conservación se recogen en el prospecto, mediante leyendas como “conservar en el frigorífico dentro de su propia caja” o “no congelar”.
Hay fármacos que se preparan en el momento de la administración, por ejemplo, se mezclan dos botecitos que se incluyen en el envase o se añade una cantidad determinada de agua en un recipiente que contiene un polvo. Estas preparaciones se llaman extemporáneas y generalmente viene indicado el tiempo que pueden ser utilizadas, por ejemplo: “plazo de validez una vez reconstituido: siete días a temperatura inferior a 6 ºC”.
En el caso del material sanitario, como gasas o apósitos, se recogerá la caducidad si se trata de productos estériles; si no, las condiciones de esterilidad se mantienen siempre que el envoltorio protector se mantenga intacto.
Se deben conservar siempre los medicamentos y el material sanitario en sus envases originales y con sus prospectos. De esta forma se podrán seguir siempre las instrucciones de manera correcta y se dispondrá de datos que permitan identificar el producto en caso de que ocurra una reacción no deseada, como una alergia o intoxicación.
Para mantener correctamente un botiquín hay que eliminar las medicinas caducadas y las sobrantes de tratamientos anteriores. Las que hayan de utilizarse se guardarán siempre en su envase original y con su prospecto correspondiente.
Contenido de un botiquín
El contenido del botiquín, como ya se ha señalado antes, debe permitir solucionar algunas emergencias, como curar pequeñas heridas o aliviar trastornos menores. En líneas generales puede ser el siguiente:
- Termómetro
- Pinzas
- Tijeras con punta redondeada
- Desinfectante o solución antiséptica, no alcohólica
- Algodón hidrófilo
- Apósitos desinfectantes
- Gasas esterilizadas
- Esparadrapo en tejido de uno o dos centímetros de ancho
- Gasas no adhesivas (con vaselina)
- Vendas en gasa ribeteada de cinco y diez centímetros de ancho
- Tiritas
- Pomada protectora
- Jarabe para la tos
- Antigripal
- Esparadrapo sin tejer
- Alcohol de 96º
- Agua oxigenada
- Analgésicos orales
En el caso de que se desee incluir algún producto más, lo más aconsejable es pedir orientación al farmacéutico.
El dolor y el botiquín
Probablemente, el dolor es el síntoma más extendido que se presenta con mayor frecuencia en cualquier tipo de patología, ya sea debida a alteraciones físicas o tenga un componente psicológico, es decir, que sea imaginaria.
Es un mecanismo protector del cuerpo; se produce siempre que existe una lesión en cualquier parte del mismo y obliga al individuo a que reaccione para suprimirlo o aliviarlo. En definitiva, es una señal de alarma emitida por el organismo que indica que algo no funciona bien.
¿Existe un único tipo de dolor?
No, se pueden distinguir dos tipos diferentes:
- El dolor difuso, de localización más o menos generalizada en una parte del cuerpo, como el de cabeza, muscular y de muelas.
- El dolor agudo y localizado en una parte bien concreta del organismo.
El primer caso, siempre que se trate de una molestia moderada y soportable, puede ser tratada sin consulta con analgésicos sencillos.
En el caso de que sea una molestia aguda o profunda, se deberá consultar al médico, pues podría tratarse de una patología importante que requiriera un diagnóstico correcto y un tratamiento específico del proceso que origina el dolor.
¿Cómo actuar ante un dolor de cabeza?
En algunos casos se puede aliviar si se colocan compresas frías o calientes sobre la cabeza y el afectado se retira a una habitación oscura y fresca donde no existan demasiados estímulos sonoros y mímicos.
También, y este es el caso más general, puede recurrirse a la administración de los analgésicos como: salicilatos o paracetamol. Si el dolor persiste después de un tiempo de la toma, se debe consultar al médico.
Tanto si el dolor de cabeza se acompaña de visión borrosa, vértigos, pérdida de audición o de memoria, como si se debe a un golpe por el cual se ha perdido el sentido, es necesario acudir al médico.
¿Durante cuánto tiempo pueden tomarse analgésicos de forma continuada?
No es aconsejable consumirlos durante periodos de tiempo superiores a diez días de forma continuada, ya sean especialidades farmacéuticas con paracetamol o con salicilatos.
El uso continuado del paracetamol puede producir alteraciones hepáticas, por lo que deberá controlarse su administración en personas con problemas de hígado y en alcohólicos.
En cuanto a los salicilatos, un zumbido de oídos es el síntoma que avisa de un consumo abusivo, en algunos casos provoca gastritis o hemorragia duodenal.
No se administrarán sin control médico durante el último trimestre del embarazo, pues estos productos pueden alargar tanto la gestación como el parto.
¿Qué significa el dolor de garganta?
Es un síntoma de inflamación de los tejidos de las vías respiratorias altas (faringe y laringe) que se traduce en molestias permanentes que se intensifican al tragar; lo más frecuente es que vaya acompañado de un ligero malestar general.
Existe un gran número de factores que causan este dolor:
- infección de las vías respiratorias, como resfriados o cuadros gripales
- hablar en voz alta durante periodos de tiempo dilatados, o forzar la voz
- tomar comidas o bebidas a temperaturas extremas (demasiado calientes o excesivamente frías)
- ser fumador habitual
- tener tos durante espacios de tiempo prolongados
- carraspear frecuentemente
- la polución ambiental, sobre todo en climas secos
- haber tragado accidentalmente algún objeto extraño, como espinas de pescado o cualquier otro cuerpo punzante
Normalmente, los dolores de garganta que se producen por cualquiera de estos casos son leves y no necesitan un tratamiento médico específico, pero conviene descartar otros procesos patológicos más importantes que cursan con dolor de garganta, como es el caso de las amigdalitis o “anginas”.
Las anginas tienen especial importancia cuando la infección está causada por un microorganismo muy concreto llamado estreptococo beta-hemolítico. Si no se sigue un tratamiento antibiótico adecuado, puede desembocar en fiebre reumática, que es una enfermedad grave, y dejar secuelas cardíacas.
Por ello, ante una sospecha de amigdalitis, sobre todo en los niños pequeños, es importante acudir al médico, que, mediante pruebas analíticas, averiguará si se trata de una infección bacteriana por estreptococo y establecerá el tratamiento correcto.
Nunca deben administrarse antibióticos sin acudir al médico ante una sospecha de amigdalitis.
¿Cómo se puede tratar un dolor de garganta?
Antes de utilizar tratamientos farmacológicos, se pueden realizar determinados remedios caseros que ayudan a aliviar las molestias producidas por la inflamación (picor, escozor, etcétera), como chupar un caramelo, hacer gárgaras dos o tres veces al día con agua tibia a la que se haya añadido una cucharadita de sal, aumentar la humedad del ambiente con un humidificador convencional o aspirar vapor de agua en el cuarto de baño.
Si no resultan muy eficaces, se pueden utilizar los productos farmacológicos específicos para el dolor de garganta. Se presentan en varias formas, pero las más frecuentes son las pastillas, los aerosoles o las soluciones que se usan como enjuagues o gargarismos.
Dentro de estas, las primeras son las más usuales, pues proporcionan un alivio más duradero. Deben mantenerse en la boca hasta su disolución. De esta forma, los principios activos que contienen están en contacto con las zonas irritadas durante los diez minutos más o menos que tardan en deglutirse.
En el caso de utilización de los vaporizadores o líquidos para enjuagues o gargarismos, el contacto es menos prolongado.
Puede combinarse el consumo de pastillas y líquidos: utilizar estos últimos al levantarse y antes de acostarse; las pastillas durante el resto del día. En cualquier caso, es muy importante seguir la posología que se recoge en el prospecto; así, los sprays deben usarse un máximo de cuatro veces al día; las pastillas, con un intervalo de tiempo entre cada administración que no debe ser inferior a dos o tres horas.
Medicamentos que contienen fundamentalmente los grupos de principios activos
- anestésicos locales y analgésicos, que alivian el dolor temporalmente, como la benzocaina, el alcohol benzílico y el mentol
- antisépticos, que sólo son activos frente a las bacterias y no tienen ninguna acción cuando se trata de infecciones víricas, las más frecuentes cuando se sufre de dolores de garganta asociados a resfriados comunes o cuadros gripales; algunos son el cloruro de cetil piridino, el cloruro de benzalconio y la clorofila
- astringentes, como por ejemplo, el aluminio
¿Puede ser tratado el dolor de oídos de forma similar?
Este dolor avisa de la existencia de una inflamación de los tejidos del oído medio e interno, denominada otitis.
Puede aparecer tras una amigdalitis o proceso catarral de las vías respiratorias altas y lo más corriente es que se trate de una complicación bacteriana. Las otitis suelen ir acompañadas de la presencia de fiebre, que se produce de forma habitual si afecta a los niños pequeños.
En esta situación conviene administrar un analgésico antipirético del tipo del paracetamol o la aspirina con el fin de aliviar el dolor y la fiebre, y acudir al médico, que prescribirá el tratamiento antibiótico correcto a fin de evitar las posibles complicaciones que puedan derivarse de una otitis mal tratada, como la pérdida de audición.
Nunca se administrarán antibióticos ni gotas a un paciente con dolor de oídos sin que haya mediado un diagnóstico y una prescripción médica.
¿A qué se debe el dolor muscular?
En realidad se pueden distinguir dos tipos de dolores musculares:
- la molestia muscular generalizada, es decir, aquellas situaciones en las que todos los músculos duelen, que suelen deberse a procesos gripales y resfriados que cursan acompañados de fiebre, generalmente mejora a medida que desaparece o mejora la enfermedad causante del mismo.
- el dolor muscular localizado debido a torceduras, contusiones, distensiones o al mantenimiento de posiciones forzadas o estresantes durante un tiempo prolongado.
Normalmente, aparece en personas que no están acostumbradas a hacer ejercicio y que ocasionalmente realizan algún esfuerzo especial.
En el caso de los mayores, si el dolor muscular persistiera durante un periodo de tiempo más o menos largo, habría que consultar al médico, pues podría tratarse de una enfermedad inflamatoria del tipo de la artritis.
¿Cómo se puede tratar el dolor muscular?
Sólo debe autotratarse el dolor muscular localizado leve, que haya sido ocasionado por un esfuerzo físico o por una postura forzada. Suelen desaparecer, incluso sin tratamiento, en pocos días, pero se pueden tomar determinadas medidas que los alivien como son:
- evitar cualquier actividad que afecte a la zona dolorida, y no repetir aquellas acciones que pudieron haber causado el dolor.
- dar masajes en la zona dolorida
- aplicar calor con una manta eléctrica, paños calientes o una bolsa de agua
- tomar un analgésico sistémico del tipo del paracetamol o los salicilatos
- aplicar unos medicamentos llamados revulsivos o rubefacientes, que desvían la atención del paciente sobre el dolor; es decir, cuando se administran sobre la piel producen una serie de sensaciones de calor y escozor que hacen que se perciban muy débilmente las molestias de los músculos, tendones y articulaciones. Su acción se debe a la vasodilatación (dilatación de los vasos sanguíneos de la piel)
¿Hay que tener alguna precaución especial durante el uso de revulsivos?
Los revulsivos y rubefacientes se presentan normalmente en forma de geles, lociones o pomadas, con lo cual su manejo y aplicación resultan relativamente fáciles. Su olor es agradable, ya que en su composición se usan extractos naturales como el alcanfor o la esencia de trementina.
Las precauciones que deben guardarse para una correcta utilización vienen recogidas en el prospecto de cada producto y deben ser seguidas escrupulosamente. Las más importantes son:
- utilizar exclusivamente sobre piel sana
- no aplicar calor inmediatamente en la zona en la que se haya utilizado el revulsivo
- evitar cualquier contacto con los ojos
- no administrar en grandes superficies corporales
- lavarse las manos cuidadosamente tras su aplicación
- usar el número de veces al día que figura en el prospecto, que normalmente son tres o cuatro
- no suministrar a los niños pequeños
¿Qué es la dismenorrea y cómo puede aliviarse?
Es la sensación dolorosa que aparece en muchas mujeres durante la menstruación. También puede manifestarse en la mitad del ciclo y coincidir con la ovulación, y en este caso se llama dismenorrea intermenstrual.
Suele durar desde unas horas hasta uno o dos días y en la mayoría de los casos no requiere tratamiento específico, ya que se alivia con analgésicos como el paracetamol.
No conviene tomar salicilatos durante la dismenorrea menstrual, ya que, como se ha comentado, estos productos interfieren en los procesos de coagulación sanguínea.
Si el dolor menstrual es muy intenso, o se prolonga más de dos días, deberá consultarse al ginecólogo.
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Autor(es): Luis Maita, Obra: El botiquín en casa, Publicación: , Última actualización: , Lugar de publicación: Madrid, URL: https://www.discapnet.es/salud/servicios-sanitarios/el-botiquin-en-casa
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